jueves, 27 de marzo de 2014

Estos son los hábitos de las personas verdaderamente felices


La felicidad es, casi desde cualquier punto que se le mire, uno de los propósitos más esenciales del ser humano. Las definiciones de felicidad, aquello con que esta se identifica, pueden variar si toman en cuenta circunstancias culturales e históricas, pero quizá, después de todo, lo que permanezca constante sea la búsqueda de la felicidad como una de las metas que han orientado desde siempre muchas de las acciones humanas.

¿En dónde se encuentra la felicidad? ¿En la calidad de las relaciones que mantenemos con nuestros semejantes? ¿En el dinero que ganamos por lo que hacemos? ¿En las cosas que compramos? ¿En la calidad de nuestra alimentación? ¿En la frecuencia de nuestras relaciones sexuales? ¿En los hábitos nos brindan bienestar corporal? ¿En el bienestar intelectual? ¿En la estabilidad de nuestras emociones? ¿Dónde?

Es posible que ahí y también en otros lugares, que sea al mismo tiempo un elemento que hace la diferencia y, por otro lado, una suma, una coincidencia de múltiples factores que, reunidos, otorgan ese improbable estado que conocemos como felicidad.

La ciencia, por su parte, no ha permanecido ajena a este asunto, y existen numerosas investigaciones que alguna aportación tienen al respecto.

A continuación enlistamos algunos de estos estudios, según los cuales existe un puñado de hábitos que, al tenerlos, nos ayudarán a conseguir o a acercarnos un poco el fuego vital de la feclidad.

 

Las personas felices conviven con personas felices

La felicidad es contagiosa. Investigadores de la Framingham Hear Study estudiaron por más de 20 años a personas que se encontraban preferentemente entre personas felices, descubriendo que de esta manera aumentaba su probabilidad de que ellas mismas fueran felices en el futuro.

 

Sonríen cuando tienen que hacerlo

La sonrisa puede o no ser un gesto común, frecuente: en buena medida depende del individuo. Si este tiene pensamientos positivos, felices, igualmente puede ser que una sonrisa acuda con más facilidad y naturalidad a su rostro. Curiosamente, según algunos estudios falsear una sonrisa durante una situación poco agradable puede empeorar el estado de ánimo.

 

Perseverancia.

Peter Kramer, psicólogo, asegura que la perseverancia y no la felicidad es lo opuesto de la depresión. Al parecer si hay algo que distingue a quienes son felices es su actitud ante el fracaso: siempre saben reponerse.

 

Intenta ser feliz

Un par de estudios publicados recientemente sostienen que basta con intentar ser feliz —con proponérselo, con buscarlo— para fortalecer el bienestar anímico, en especial en esos ámbitos que implican emociones positivas.

 

Celebrar también los pequeños triunfos

Los triunfos personales, casi sin excepción, nos llenan de felicidad. Sin embargo, lo usual es pensar estos como las grandes victorias, aquellas que se consiguen solo a costa de esfuerzo y aun sacrificio. ¿Pero qué pasa con los triunfos más modestos que se tienen cotidianamente? ¿No puede considerarse también digno de reconocimiento llegar puntualmente a una cita, terminar un libro, haber hecho reír sinceramente a alguien?

 

Gusto por los placeres sencillos

Como en el punto anterior, en el caso del placer existe también un reino de lo sencillo, lo minúsculo quizá, que a veces pasa desapercibido pero es capaz de proveer tanta o más satisfacción que los llamados grandes placeres. Darle sentido a las pequeñas acciones, ser agradecido con los dioses mínimos de la vida, está asociado con una sensación generalizada de regocijo.

 

Las personas felices hacen el bien a los demás

La felicidad puede mirarse también como un circuito que se nutre a sí mismo y así se sostiene (y de paso sostiene al mundo): hacer feliz a alguien tiene como consecuencia que otra persona haga feliz a ese primero de la cadena. Solo que, claro, aquí no hay primeros, ni últimos, sino solo una fuerza que se mantiene circulando entre quienes emprenden acciones en beneficio de otros. Según se publicó hace poco, por ejemplo, el trabajo voluntario repercute positivamente en tu salud.

 

Dejarse llevar



Cuando hacer algo nos complace, es muy frecuente que perdamos la sensación del transcurso del tiempo. Aquello que hacemos es tan satisfactorio, que todo lo demás deja de importarnos, incluso el paso de los minutos. Al parecer entregarse de esta manera a una actividad altamente satisfactoria —que también implica motivación y cierto grado de desafío— es importante para sentirnos felices.

 

Profundidad de una conversación

Hace poco la revista especializada Psychological Science publicó un estudio en el que mostró cierta tendencia de las personas felices por preferir conversaciones profundas, sustanciosas, en vez de plásticas sobre temas menores o banales. Al parecer es notablemente más satisfactorio hablar, por ejemplo, de la situación sentimental por la que se atraviesa en ese instante y no, digamos, del clima.

 

Gastar el dinero en otras personas

El dinero no compra la felicidad, pero al parecer, cuando se gasta en otras personas y no en uno mismo, aumenta la sensación de ser feliz. Al menos eso es lo que sostiene esta investigación.

 

Saber escuchar

Escuchar puede considerarse una de las habilidades fundantes del ser humano. Escuchar implica reconocer la existencia del Otro, respetar su visión de mundo, estar dispuesto a conocerla y aun aprender algo de ello. Escuchar requiere y genera confianza. Escuchar hace al Otro sentirse acogido, útil en el sentido de que sus palabras transformaron de algún modo la realidad de la persona que verdaderamente las escuchó.

 

Preferencia por las relaciones cara a cara

En nuestro tiempo pareciera que la tecnología de telecomunicaciones que tenemos a nuestra disposición es más que suficiente para estar en contacto con nuestros amigos, familiares e incluso nuestra pareja. La nuestra parece una soledad inédita, una soledad acompañada: una persona puede pasar todo el día frente a su computadora y, aun así, haber entrado en contacto con decenas o miles de semejantes, algunos más queridos que otros. Con todo, el movimiento anímico que implica tomar un autobús, un taxi o un avión para ir a ver a un ser querido —y después de esto, efectivamente verlo, estar con él— tiene repercusiones en nuestra necesidad de sentirnos parte de algo o de alguien, además de que el contacto físico disminuye las sensaciones ligadas con la ansiedad.

 

Ver el lado bueno de las cosas

El optimismo, tan atacado desde hace varios años, tiene sin embargo sus virtudes, quizá la principal el hecho de que ver el lado bueno de las cosas disminuye el estrés y sus síntomas, además de que incrementa nuestra tolerancia al dolor. Un estudio reciente mostró que tener una actitud positiva mejora la salud de quienes tienen padecimientos cardiacos.

 

Aprecia la música

La música, como una de las manifestaciones más elevadas del espíritu, mucho tiene que ver en la consecución de la felicidad. En esta investigación, por ejemplo, se notó que la música que escuchamos puede afectar la manera en que percibimos el mundo: una tonada triste nos hará ver un mundo triste, mientras que una feliz quizá aumente esa misma felicidad para el mundo.

 

 

Desconéctate

Aunque se trata de un fenómeno demasiado cercano (todavía) para estudiarse, varias voces han señalado ya los alarmantes niveles de ansiedad que acompañan nuestra vida perpetuamente conectada. El teléfono portátil, la computadora y otros gadgets mantienen casi de tiempo completo una parte de nosotros en ese otro mundo que es Internet y sus territorios. El fin de semana pasado el escritor estadounidense Jonathan Franzen publicó en The Guardian un ensayo en el que, entre varias otras cosas, denuncia este vicio del mundo contemporáneo en el que “tenemos que decir adiós a la estabilidad laboral y hola a una vida llena de ansiedad. Nos tenemos que volver tan incansables como el capitalismo”. Ante este panorama, ¿desconectarse no parece una alternativa deseable para la salud emocional? ¿Qué pasaría, por ejemplo, si dejaras Internet por un año?

 

La importancia de la espiritualidad

El cultivo de la espiritualidad nos hace reconocer que somos algo más que materia. Que una parte muy importante de nosotros está hecha de elementos intangibles pero valiosos. En casi todos los casos la espiritualidad y el reconocimiento de lo sagrado en el mundo nos hacer ser agradecidos, generosos, pacientes, tolerantes, además de otras actitudes que, cuando practicadas, redundan en nuestra propia felicidad.

 

Ejercítate

Es sabido que el ejercicio físico libera endorfinas, además de otras sustancias neuroquímicas que modifican nuestra actitud frente al mundo, casi siempre otorgándonos una sensación satisfactoria de la realidad. El ejercicio disminuye el estrés y algunos síntomas de la depresión, además de mejorar nuestras habilidades cognitivas y hacernos apreciar más nuestro cuerpo.



 

Busca la naturaleza

Una caminata de veinte minutos revitaliza, tanto el cuerpo como la mente y el espíritu. De acuerdo con numerosos estudios, el contacto con la naturaleza despierta las sensaciones de bienestar y felicidad en quien así lo experimenta.

 

Duerme bien

Cada persona tiene su propio ritmo de sueño y descanso, pero en todos es importante que este se cumpla para que lo mismo el estado anímico que el bienestar corporal funcionen correctamente.

 

Ríe tanto como puedas

Reír es más que una expresión: es toda una reacción química de nuestro cuerpo en la cual se liberan sustancias que combaten el dolor y la tensión, fortalecen el sistema inmune e incluso, como el ejercicio físico, controlan el apetito y reducen el colesterol.

viernes, 21 de marzo de 2014

Nunca es tarde para comenzar.

Demasiado tarde para comenzar?
Lo bueno de la vida es que puedes empezar en cualquier momento , todos los días, sólo depende de lo que te propongas. 
El cuadro nos muestra sólo algunos de los famosos y sus emprendimiento a , pero hay miles , millones que no aparecen acá y empezaron cuando creyeron en sus ideas , en sus proyectos. 
Recuerden , nunca es tarde para partir. 

jueves, 20 de marzo de 2014

¿Terminas lo que empiezas?


En nuestra cultura es común comenzar y no terminar. 
empezamos…… un lunes decididos a hacer dieta (y abandonamos al primer postre)


Desde el primer día en que te propones llevar a cabo un proyecto es importantísimo tener bien definida la fecha de entrega o de finalización. Esto es vital para evitar estar meses y meses a la deriva y sin terminar lo que empezaste. Podría apostar que ahora tienes muchos proyectos que empezaste y que podrían haber tenido resultados muy satisfactorios, y que están escondidos en un cajón llenándose de polvo.

... comenzar a leer este artículo ( y dejarlo a la mitad) 
… una idea de negocio que nos parece genial (y nos quedamos al rato solo con la idea)
... un arreglo o cambio en la casa ( que queda eterno hasta que llega un maestro)
… un libro que siempre quisimos escribir (pero nunca pasamos de las primeras frases)
… una carrera o hobby que nos encanta (pero nos da mucha flojera ir a la clase)

Si tuviera que decir, empezar y no terminar es una de las actividades que más realizamos continuamente en nuestras vidas.

Lo peor es que es una de las actividades que más frustración, enojo y ansiedad nos causan.

Entonces, si no nos gusta dejar a medias las cosas empezadas… ¿PORQUE NO LAS TERMINAMOS?

Muchos dirán que es una cuestión de Voluntad.

Pero yo NO estoy de acuerdo.

Voluntad tenemos todos.

Hay algo más que solo algunos tienen y que los ayuda a convertir en realidad sus objetivos.

Eso que los hace levantarse a la mañana no importa qué clima haga para hacer ejercicio, o decir que no al plato de pastas, o sentarse a escribir más allá del cansancio y de las miles de cosas por hacer…

Y no es porque sean “especiales” o “diferentes”.

Esas personas tienen FOCO y DISCIPLINA MENTAL.

Ahora, con esto ¿se nace o se hace?

Y todos tenemos foco y disciplina al nacer (sino piensa en un bebé a la hora de comer 

Esto es mucho más fácil…

Piensa como si fuera un músculo, cuanto más lo ejercitas, ¿qué pasa? Se fortalece!

Entonces…

Si pones a Tu Mente en acción un poco cada día, aprenderás a relajarte, a centrarte en el presente, a relajarte cada vez más rápido…

Y Tu poder de foco y tu disciplina se fortalecerán cada vez más.

Y lo mejor es que solo necesitas 15 minutos diarios de enfocarte en algo para avanzar un poco más .

 La idea es estar mas “presente”, a hacer tus tareas más rápido y de forma más efectiva, a tener más energía para encarar nuevos proyectos…

Ahora imagina cómo te sentirías terminando los primeros 30 días de dieta, cuál sería tu cara, tu sonrisa, tu reacción…

O cómo te sentirías haciendo esa llamada que te ayudará a poner tu idea de negocio en movimiento…

La voluntad no es nada sin una estructura sólida detrás.

Y no te cuesta mucho, solo 15 minutos al día, mas o menos lo que tardas en prepararte un sandwich o tomar una ducha para lograr aquello que has venido persiguiendo hace tiempo sin poder terminarlo.


Por lo tanto, si quieres terminar esos proyectos que empiezas es importante que te fijes una fecha límite para terminar, por lo menos, el 90% o lo principal del proyecto. Apúntalo en un calendario que tengas a la vista, en tu agenda, en tu iPhone, en un post-it o donde sea, lo importante es que tengas clara la fecha límite. Mantente firme, no hay vuelta atrás. Llegado el día fijado para “la entrega”, aunque el proyecto no esté terminado del todo te sorprenderás de lo mucho que has avanzado.


martes, 18 de marzo de 2014

El la casa se educa, en el colegio se adquieren conocimientos.

Les compartimos excelente charla de la psicóloga Pilar Sordo, donde hace referencia a la educación de los hijos en los tiempos actuales .
Recuerda que la educación es responsabilidad de los padres, a la escuela se va adquirir conocimientos.




domingo, 16 de marzo de 2014

Se terminaron las Vacaciones!! De vuelta a la realidad!


Parece que este año se dio bastante más , el nunca bien ponderado ni querido término de vacaciones.buscando y leyendo me encontré con varias recomendaciones las cuales discutimos con nuestros psicólogos del equipo de WoW  y llegamos a la conclusión que estas recomendaciones podrían ayudar bastante a la re conexión laboral.

La Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) indica que según estadísticas internacionales, cerca del 35% de la población trabajadora sufre del Síndrome Post Vacacional, que afecta principalmente a los menores de 45 años.

La principal recomendación para enfrentar este mes y los que vienen es retomar la rutina en forma gradual, rescatando lo positivo de las vacaciones e intentando tener una vida lo más agradable posible.

El término de las vacaciones no sólo representa la vuelta a la rutina, al trabajo, las clases o las obligaciones domésticas. También implica un conjunto de procesos asociados a la transición del verano al otoño, que impacta en todos los seres vivos: plantas, animales y personas.

En este contexto, es normal que en los seres humanos se presente algún grado de resistencia a pasar de la situación de ocio y relajo asociada al verano, a la rutina propia del año laboral y escolar.

Aquí es donde aparece el llamado “síndrome post vacacional” que sobreviene a cerca de un 35% de los trabajadores, sobre todo a los menores de 45 años. Esto no es una enfermedad, sino un estado de ánimo temporal que se combina con algunas sensaciones de depresión, irritabilidad y ansiedad, y que puede extenderse entre dos días y dos semanas y podría entenderse como una “pataleta adulta” frente al fin de las vacaciones, el verano y las noticias de playa y sol.

Ahora, si este malestar persiste y se intensifica en el tiempo podríamos estar en presencia de algún tipo de trastorno del ánimo y es recomendable consultar a un especialista.

Consejos para un buen regreso

Carolina López, sicóloga del Departamento de Riesgos Sicosociales de la Asociación Chilena de Seguridad, recomienda tratar de distinguir entre el malestar momentáneo y un trastorno más profundo o duradero, y no perder de vista que el factor estacional puede afectar a algunas personas, derivando incluso en cuadros de depresión en individuos que tienen predisposiciones genéticas, endocrinas e inmunes a padecerla por las variaciones de luz solar (se ha observado especialmente en mujeres entre 20 y 40 años).


Hacer ejercicios de relajación es una buena ténica.

De todos modos, ambas situaciones son prevenibles. “Para enfrentarlas y superarlas, hay que partir tomando conciencia que no somos inmunes al ciclo natural de cambio de estación, y que necesitamos preparar nuestros cuerpos para este cambio. ¿Cómo? fortaleciendo nuestro sistema endocrino e inmunológico con una dieta equilibrada, actividad física programada y recurrente lo más parecida al ritmo que se tuvo en verano y aclimatándose en forma pausada y ordenada a nuestra nueva situación”, señala Carolina López.

Entonces, para que su encuentro con estos primeros meses sea lo mejor posible y no sea motivo de estrés, siga estas recomendaciones:

- Intente continuar alguna actividad física que haya iniciado en verano; si no lo hizo, comience algún régimen de ejercicio moderado y frecuente. Estar activo mejora la calidad de vida, facilita la vuelta a la rutina y la preparación para el otoño. Por otra parte, recuerde que el sedentarismo se asocia a obesidad, hipertensión y a problemas cardiovasculares, que en Chile causan el 28% de las muertes de adultos jóvenes.

Retome y, si se puede, trate de mejorar las relaciones con los compañeros de trabajo, de estudios o de otras actividades que realice habitualmente.
Carolina López
Sicóloga del Departamento de Riesgos Sicosociales de la ACHS
- Volver al trabajo también es volver a las relaciones en el trabajo. Por lo tanto, retome y, si se puede, trate de mejorar las relaciones con los compañeros de trabajo, de estudios o de otras actividades que realice habitualmente y que se hayan interrumpido con las vacaciones.

- Concéntrese en lo positivo. Rescate lo bueno de las vacaciones, pero también las cosas que le gustan y que lo motivan de su vida cotidiana.

- Relajarse (con o sin ayuda). Usar técnicas de relajación puede ayudar mucho a superar el trauma de la vuelta a la rutina y mejorar la calidad de vida. Hacerse masajes, meditar o practicar yoga -reconocido por sus beneficios físicos y emocionales para mejorar depresión, mejorar equilibrio, flexibilidad- es una posibilidad que no deberíamos descartar.

En resumen, lo esencial es programarse para una vida ordenada, activa y motivante, “intentar vivir una vida que nos guste vivir y, por lo tanto, que no nos aterre ni nos enferme retomar tras las vacaciones”.

jueves, 13 de marzo de 2014

Einstein no se sabía su número de teléfono.

Una vez cuando alguien le pidió su numero de teléfono Einstein abrió su agenda para buscar dicho numero, lo cual evidentemente, sorprendió a quien se lo había solicitado y le cuestionó como era posible que no supiera de memoria su numero de teléfono. Einstein respondió:  ¿por qué memorizar algo que puedo consultar fácilmente en un libro?


Einstein no sabia su número telefónico de memoria pero desarrolló la teoría de la relatividad. Claramente, ser un genio no significa memorizar información, sino analizar, discernir, cuestionar, PENSAR para encontrar el conocimiento como hizo el.


Muy feliz cumpleaños GENIO !!

Moraleja? Compártela 

martes, 11 de marzo de 2014

"El juego es el disfraz del aprendizaje"

Buscado conocer y reforzar más el concepto lúdico de aprendizaje, nos encintramos con esta nota -entrevista a Francisco Mora , neurocientifico con una visión muy particular, pero no alejada de lo que debe ser la educación desde el punto de vista de la metodología. 

En www.wowfactory.cl somos unos convencidos de la premisa de esta nota. 
Jugar, entretenerse y disfrutar es la mejor forma de aprender. 

Por:  03 de febrero de 2014

Francisco Mora


ENTREVISTA CON EL NEUROCIENTÍFICO FRANCISCO MORA

Los alumnos del neurocientífico Francisco Mora tienen suerte. Su profesor está profundamente convencido del ingrediente emocional del aprendizaje. Y es algo que él, ilicitano de nacimiento, granadino de crianza y anglosajón de experiencia, practica con tanta convicción y maestría, que en varios momentos de la entrevista temí que quienes tomaban café a solo unos metros de nosotros se volvieran a escuchar, embobados, y se sumaran a la conversación en nuestra mesa. Yo lo habría hecho.

Es un científico formado en Granada y en Oxford, actualmente catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica en la Universidad de Iowa (EEUU). También es un extraordinario divulgador al que los lectores de este blog ya conocen y aprecian, al menos por la serie de tres artículos que publicó aquí en diciembre de 2013.

Autor de Neurocultura (Alianza) yNeuroeducación (Alianza), conversar con él conlleva un riesgo evidente al que me dejé arrastrar de mil amores: ensanchar el foco mucho más allá de la educación en sentido estricto, y dejar que la evolución, la ciencia, la mente humana o incluso la idea de la religión impregnara la conversación, sin la presión de la búsqueda de titulares, que tanto estrangula a entrevistados y entrevistadores. Debo reconocer que, a los pocos segundos de empezar, se me olvidó que estaba haciendo una entrevista. Habían pasado dos horas cuando me quise acordar.

Me impresiona saber que el 99% de nuestra actividad cerebral escapa a nuestra consciencia.

Se debe a nuestro foco atencional. La atención es la ventana de entrada del conocimiento. En términos neuronales es algo complejo, pero las áreas de asociación, en lo que llamamos circuitos distribuidos, codifican lo que llamamos pensamiento. Los focos atencionales duran de 60 a 250 milésimas de segundo, y son estáticos, como los fotogramas de una película que, al proyectarse, una detrás de otra, cobra apariencia de movimiento, de color, de una realidad dinámica. Es lo que hace tu cerebro a partir de sucesivos focos antencionales. Cuando dirige su foco atencional hacia algo, solo conoce propiamente ese algo. Es un foco estático y centrado. Lo que permanezca fuera de ese foco atencional es como si no existiera, no eres consciente de ello. Al focalizar, lo haces al 100%.

Pero yo he entendido lo que acabas de decir, aunque ha durado más de 250 milésimas de segundo.

Sí, pero todo en una secuencia de sucesivos focos.

¿Y te he perdido entre foco y foco?

No necesariamente. Esto se relaciona con la memoria de trabajo (working memory) del que habla y, claro está, del que escucha. Esta memoria permite hilar un razonamiento mediante una secuencia de elementos conceptuales. La capacidad de tirar de ese hilo se debe a que esos elementos los tenemos pregrabados, y sabemos que los necesitamos para articular nuestro pensamiento. Cuando estoy razonando, fuera de mi hilo de razonamiento no existe nada. Y vuelve a existir cuando pierdo o aflojo el hilo.

Es decir, que si estallara un rayo mientras hablas, podría suceder que tu cerebro lo captara y no fueras consciente, al estar absorto en tu hilo de razonamiento. ¿Quiere decir esto que la consciencia es la punta de un iceberg?

Por supuesto que sí. Es lo que mucha gente quizá no tenga en cuenta: que somos seres esencialmente inconscientes de lo que tenemos en el cerebro. Es más, somos seres fundamentalmente emocionales. La consciencia es apenas un atisbo, tan pequeño, que si tú escoges ahora libremente entre varias opciones, aunque creas que tu elección ha sido consciente, no lo ha sido: has elegido básicamente de forma inconsciente.

Ahora beberé un sorbo de café. ¿Lo he decidido de forma inconsciente?

Eso es, al menos inicialmente. Porque en el instante en que adquieres consciencia de tu decisión de beber café, ya llevabas de 0,8 a 1,5 segundos trabajando inconscientemente para ello. Solo cuando todo estaba listo en tuprogramación cerebral has pasado a ser consciente de que has decidido beberlo. Por así decir, tu cerebro se te ha adelantado y te ha hecho casi todo el trabajo de forma inconsciente.

¿Y dónde queda mi libertad de beber café?

Tu libertad queda a la hora de abortar el acto motor. Tu libertad consciente asoma cuando, al iniciar el acto para coger la taza de café, que es un proceso inconsciente, aparece tu consciencia, 200 milésimas de segundo antes de hacerlo, y entonces puedes decir no, no voy a hacerlo. Por lo tanto, la preparación e iniciación de todo acto de conducta es inconsciente, pero nos queda la libertad consciente de poder abortarlo.

¿Y mis decisiones de todos los días?

Ancladas en la parte oculta del iceberg que es nuestro funcionamiento mental. Y lo mismo podemos decir de las decisiones que tomas en la vida, grandes o pequeñas. Imagina que tienes que elegir entre estos dos pastelillos: pues bien, tu decisión está dictada inconscientemente. Depende de tu arsenal emocional, que fundamentalmente se basa en la búsqueda del placer. Eliges este pastelillo en lugar de ese otro en función de tu historia personal, en función de los aprendizajes previos a lo largo de tu vida. La forma, el color, la textura, el olor… todo ello pone en marcha tu maquinaria cerebral inconsciente, que es la que te empuja a escoger este, y no aquel. Y lo mismo ante dos naranjas aparentemente iguales: escoges la que puede ser más placentera para ti sin tú saberlo. El cerebro no trabaja al azar, lo que pasa es que tú no lo sabes.

Francisco Mora en la Universidad de Iowa
Sostienes que el placer de la comida, el sexo o la bebida tiene la misma base biológica que el placer intelectual, artístico o espiritual. Es decir, ¿el conocimiento impacta en las mismas áreas cerebrales que los placeres… digamos de supervivencia?

No exactamente. Aunque el procesamiento básico es el mismo y lo alberga el sistema emocional, el placer artístico tiene un añadido único, que, como decía Kant, le hace ser más permanente, sin saciación. Para esto último se necesita la actividad de las áreas de la corteza cerebral. Desde luego, el arte y las necesidades biológicas tienen los mismos sistemas básicos de recompensa en el cerebro.

Sistemas que imagino orientados a la supervivencia.

Absolutamente.

¿Todo lo que no se encamine a la supervivencia es una digresión biológica?

Lo es. O un añadido, si quieres. Tu cerebro y el cerebro de la ratita de laboratorio comparten algo esencial: solo persiguen mantenerse vivos. El resto son añadidos.

Algunas personas quizá piensen: “Me doy de baja. No quiero ser así.”. Aunque yo considero admirable que el instinto de supervivencia haya dado lugar a todo esto.

Es posible. La evolución humana contiene un gran misterio. Lo llamo la esquizofrenia evolutiva.Los mamíferos surgieron hace unos 200 millones de años, y en los últimos cuatro millones ocurrió un acontecimiento extraordinario: nuestros antecesores se pusieron de pie y el cerebro de la especie aumentó de 0,4 a 1,5 kilogramos. Desconocemos cómo fue ese proceso. Pero sabemos que, si las hembras hubieran ampliado su canal pélvico para dar salida a bebés con un cerebro cada vez más grande, no habrían podido correr para sobrevivir en un entorno tremendamente hostil. El gran misterio es que las hembras siguieron alumbrando humanos con el mismo peso cerebral que hace seis millones de años, como el chimpancé (unos 300 gramos), pero con una increíble capacidad: crecer mucho después, tras el parto y durante los primeros años de vida. Es decir, los humanos desarrollaron la capacidad de huir de los depredadores, gracias a que mantuvieron sus pelvis estrechas desarrollando después, durante la infancia, un cerebro cada vez más grande. Fue una especie de ruptura evolutiva.

Neurocultura, de Francisco Mora (Alianza)Creo que eres el primero o de los primeros en hablar de neurocultura.

Sí, porque creo que es evidente que las ciencias del cerebro ya están teniendo un gran impacto en el mundo y revolucionarán la cultura. Creo que la neurocultura revolucionará nuestro pensamiento y la forma de vernos a nosotros mismos, con una visión mucho más acorde con la evolución científica. La filosofía clásica ya ha llegado casi a su fin.

Además de neurocultura, hablas en tus libros de neuroeducación e incluso de neuroarquitectura. Sabemos que neuro alude al sistema nervioso y, en concreto, a su centro de mando, el cerebro. ¿Pero qué tiene la neuroeducación que no tenga la educación?

El añadido cerebral que las distingue, y que, en pocas palabras, sugiere una aproximación a la educación no solo humanística, sino científico-humanística. No deberíamos perder tiempo en discutir que la mente, o los procesos cognitivos superiores, lejos de separarnos de la evolución, demuestran que formamos parte de ella, que somos una entidad biológica única, consustancial con el proceso evolutivo y, en consonancia, con todos los seres vivos. A partir de ahí, no podemos entender la educación adecuadamente si no tenemos en cuenta cómo funciona el cerebro. De hecho, considero que cualquier filósofo que trate de comprender los procesos mentales sin tener en cuenta los hallazgos de la neurociencia está condenado a un trabajo estéril. Admito, sin embargo, que el prefijo neuro se está sacando de contexto y que casi todo el mundo se siente ahora en disposición de añadirlo a casi cualquier cosa.

Pero aún estamos lejos de conocer la esencia…

Nos queda muchísimo por conocer. Hoy somos capaces de registrar la actividad de una sola neurona, pero eso es como si aún estuviéramos en el nivel molecular de la materia. Nos falta mucho para penetrar en el átomo, por utilizar el símil físico. Empezamos a atisbar el origen de las ideas desde un punto de vista neurofisiológico. Mira el bolígrafo que tienes en la mano. Ya somos capaces de observar como, a partir de neuronas que solo captan luz-sombra, se construyen líneas que terminan en neuronas que, a su vez, forman circuitos capaces de distinguir no solo tu bolígrafo, sino la idea genérica de bolígrafo.

¿Una especie de máximo común denominador de todos los bolígrafos del mundo?

Sí, de alguna manera. Es el principio de los abstractos, de las ideas. Es ese fenómeno que hace que bolígrafo refiera no a un bolígrafo concreto, sino a todos los bolígrafos posibles en el mundo, diferentes en forma, color, orientación, grosor, tacto y un largo etcétera. Es más, a un bolígrafo que no existe ni podría existir en el mundo físico. El gran Platón decía que si algo existía (en mi mente) y no existía en el mundo sensorial, era espiritual: el alma. Pero, lógicamente, Platón no sabía neurociencia, no conocía el cerebro. Hoy vamos sabiendo cómo construimos los abstractos en nuestro cerebro. ¿Estamos en los rudimentos? Sí, pero avanzando a gran velocidad.

¿Estamos en un estado de la neurociencia similar al de la física preeinsteniana?

No sabría decirte. Mira, cada una de nuestras 100.000 millones de neuronas puede recibir hasta 50.000 entradas, entradas que son devueltas después a esas neuronas y otras. Imagina el número de sinapsis. Pues cada una de estas sinapsis es un ordenadorextraordinariamente complicado. Desde hace nada, sabemos que cada presinapsis ya codifica información que se la comunica a la propia neurona. Ojo, le dice de qué va la cosa antes de que se produzca la propia transmisión neuronal en sí. En fin… cada día que creemos haber descubierto algo importante nos damos cuenta de inmediato de lo mucho que nos queda por conocer.

Lo que me evoca una especie de realidad fractal.

Pues sí. Pero matizaría una cosa. Sospecho que avanzar en todo esto no bastará por sí mismo para descubrir algo tan complejo como el proceso de construcción de nuestra subjetividad, de nuestra personalidad individual, de nuestra conciencia, de ese saber que consiste en que yo sé que tú sabes que ahora estamos charlando. Necesitamos un enfoque científico nuevo que estamos muy lejos de encontrar. Aún no somos capaces. Necesitamos una mente genial y tan rompedora en neurociencia, que sea capaz, a partir de nuestros conocimientos sobre la mecánica cerebral, de llevarnos por un nuevo camino con el que alcanzar experimentalmente el estudio de esa conciencia, de esa subjetividad.

Dada la construcción evolutiva del ser humano ¿Podríamos comunicarnos con seres que hubiesen tenido otro proceso en millones de años, digamos en un planeta a millones de años luz?

Concedamos que existieran seres extraterrestes inteligentes que han evolucionado en un planeta con una historia evolutiva diferente. Pues bien, no podríamos entendernos con ellos, no verían ni captarían sensorialmente nuestra realidad, y menos la concepción abstracta, las ideas, porque no compartiríamos con ellos ninguna clase de códigos cerebrales con los que nosotros construimos nuestro mundo.

Esto pone en primer plano el papel del azar en la evolución…

El azar está en el corazón mismo de la evolución. Los genes mutan al azar, con el determinante del ambiente, que hace que una mutación prospere y otra no.

El dios de cada uno, de Francisco MoraMirando al otro lado de la evolución, tú has hablado de expulsar de la educación el pensamiento mágico. ¿Te refieres a la religión?

Sí. Y me refiero al pensamiento que no responde a una relación causa-efecto contrastada, que no utiliza el método científico. Me refiero al pensamiento que concibe seres sacados del saco del sueño, la imaginación, la locura. El conocimiento científico, el pensamiento analítico, la constatación de que somos producto de un proceso evolutivo, hacen cada vez más difícil sostener, por ejemplo, que un libro escrito hace casi tres mil años sea prueba alguna sobre la existencia de Dios. Eso ya no es sostenible. Antes sí lo era: a pesar de episodios tremendos como los de la Inquisición, concedo a la religión un gran valor por su aportación a la transición humana hacia un mundo de valores. Todos esos símbolos y valores han servido como un buen pegamentosocial. Pero cada vez menos. Si aplicamos el pensamiento crítico y analítico, ¿dónde queda Dios? Qué valor podríamos darle al pensamiento mágico, ¿qué significa “porque lo digo yo” o “porque está escrito en un libro sagrado”? ¿Escrito por quién? Cuando se aplica el método-científico de adquisición del conocimiento, la idea de Dios ya queda desdibujada. Ahora debemos construir otros valores, valores humanos centrados en la realidad biológica de lo que son los seres humanos.

En la polémica ambientalismo-determinismo genético, ¿de qué te han tildado preferentemente?

De ambientalista. En mi Diccionario de Neurociencia acuñé por primera vez el términoambioma, a semejanza de genoma, que definí como un conjunto de elementos no genéticamente determinados que influyen en la expresión de un gen o permiten la aparición clínica de una enfermedad. Los genes se manifiestan según el ambiente y las condiciones ambientales, físicas y químicas en las que se desenvuelven los individuos. Lo que equivale a la escandalosa afirmación de que venimos al mundo sin estar estrictamente determinadosa padecer ninguna enfermedad importante, que, por otra parte, sería casi siempre poligénica, no debida a un solo gen. Para que aflore la enfermedad, los genes deben interaccionar entre ellos y con determinadas condiciones ambientales.

¿Y llegaremos a conocer con precisión elambioma?

Ya hay trabajos científicos. Pero yo diría que es difícil, casi imposible.

Steven Pinker publicó hace años su famoso libro La tabla rasa, en la que critica a los científicos sociales que asimilan la naturaleza humana a una tabula rasa en la que solo el ambiente marca el paso, y no las condiciones genéticas. ¿En dónde te colocas?

Me coloco con los que piensan que no hay tabula rasa. Venimos con códigos preensamblados que hemos ido adquiriendo a lo largo del proceso evolutivo. Chomsky fue el primero en sugerirlo para el lenguaje. Después vinieron muchos más…

Al hablar de competencia lingüística, de gramática generativa…

Claro, claro… solo así puede ser que, en algo más de un año y con un cerebro de 600 o 700 gramos, un niño desarrolle la competencia lingüística, con lo complicadísimo que es el lenguaje. Es obvio que hay un código preensamblado desde el nacimiento.

Eso es lo que hace tan importante esa época, en la que parece que los niños solo hacen ruiditos o movimientos torpes y, en realidad, lo están ensamblando todo.

Por eso es tan importante la educación. Y por eso sostengo que los niños deben empezar a aprender en el parque, en la naturaleza… Aunque a algunos les suene extraño. Lo que pretendo con la neuroeducación es mirar la evolución biológica y aprender de ella para aplicarla a nuestros procesos educativos. Los abstractos, que son la construcción de las ideas, vienen después de los primeros años, cuando el mundo perceptivo ha sido rico. Los perceptos concretos permiten al cerebro construir los abstractos, gracias a sus códigos. Es decir, para construir bien las ideas abstractas, los conceptos, hay que construir antes los perceptos, los elementos básicos de la percepción. Los conceptos se adquieren desde muy temprano, pero, en los dos primeros años, lo sensorial, lo concreto, los perceptos son muy importantes para la construcción los futuros conceptos.

De ahí la gran importancia educativa del mundo real, de lo natural.

Sí, porque el niño capta la hoja que se mueve con el viento, el color provocado por la luz que incide sobre ella de determinada manera… todo eso es tan rico perceptivamente hablando… es riqueza pura para el aprendizaje en un cerebro infantil. Y luego se plasma en la riqueza de sus abstractos.

Neuroeducación, de Francisco Mora (Alianza)Ese tipo de escuela existe, pero no abunda. Quizá porque en esa escuela el protagonismo del profesor es reducido, aparentemente. No es unsabelotodo, sino una especie de líder en la sombra. Conduce, pero no pontifica. Quizá nos encontremos con la hostilidad de parte del sistema.

Veámoslo así: ¿qué representa una madre para un niño? El afianzamiento en el mundo, la seguridad de que las cosas son como la madre dice que son. Pues bien, a cierta edad, la edad del colegio, ese papel lo complementa el buen maestro. Cuando un maestro le dice al niño que ha hecho bien algo, el niño lo graba a fuego, lo consolida como un avance prácticamente definitivo. Y eso se debe a que el maestro activa en el cerebro del niño el refuerzo positivo, la emoción, el placer si tú quieres, con el que ancla esos conocimientos en su cerebro. Es una referencia esencial para construir su identidad. Ahí es donde debe llegar la educación. Por eso el maestro es un gran constructor de talentos. Pero, por desgracia, también un posible apagador de talentos.

¿Crees que somos conscientes de eso?

Pienso que no. Porque no solo se trata de que un profesor sepa o no por donde pasa este río. Es que un profesor mal preparado no parece ser consciente de su responsabilidad de enseñar a un niño, de formarlo. Y recordemos algo esencial: formarlo conlleva transformar física y químicamente su cerebro. Es como si con lo que dices y lo que haces te metieras dentro de su cerebro y lo modificaras, lo esculpieras, como el escultor con su cincel esculpe y construye una figura a partir de una masa de mármol amorfa. Esa es una responsabilidad enorme, que no parecen conocer algunos profesores, con grandes carencias y determinadas actitudes. Y además, claramente no todo el mundo sirve para ser un buen escultor de cerebros.

Dices que la secuencia de aprendizaje arranca con la emoción, se despierta la curiosidad, se concentra la atención, el interés se mantiene y culmina con el proceso de razonamiento y aprendizaje. ¿Cómo explicarías a un profesor que la emoción es tan importante para aprender y no un eslogan psicológico?

Es sencillo: mejor con hechos que con palabras. Imagina a un profesor que describe un árbol con su tronco, sus ramas, sus hojas… y, al cabo de cinco minutos, se vuelve y encuentra a Pedrito despistado. Le riñe, tratando de suscitar en él la atención que no ha conseguido con su relato. Piensa ahora en ese mismo profesor en una situación ideal. Dice a los chicos: vamos a estudiar la cebra. Nadie atiende. Pero abre la puerta del aula y entra una cebra. ¿Te imaginas a los niños? ¿Cómo sería posible no sentir curiosidad? Los niños no se pondrían a mirar por la ventana. Se comerían a la cebra con la mirada. La curiosidad daría paso a una atención extremadamente intensa. Y eso dispararía definitivamente el proceso de aprendizaje.

¿Y si no tenemos una cebra a mano?

Tendremos que sustituir nuestra cebra por todo tipo de elementos que nos permitan suscitar la curiosidad de los alumnos. La actividad docente debería aprovechar lo que conocemos del funcionamiento del cerebro humano. Y ahora sabemos que no hay nada en el cerebro cognitivo que no haya sido filtrado por el cerebro emocional. Incluso los conceptos, los abstractos. Hay que buscar el significado emocional de lo que enseñamos, para que el alumno piense: “Siga, profesor, siga contándome eso, que me interesa mucho…”. Y nos ayudaremos en este proceso con pausas, con énfasis, con cambios de ritmo, con llamadas especiales, con imágenes, con movimiento… y con muchas preguntas, porque no solo las respuestas son importantes. También lo son las preguntas.

Francisco Mora, tras la entrevista.¿En las aulas se observa a menudo como la ansiedad de los alumnos interfiere en sus procesos de aprendizaje? ¿Cómo podemos minimizarla?

Cuando un alumno se ve en situación de ansiedad, de estrés, en primer lugar aprende mal, porque es muy difícil que centre su atención. En consecuencia, se expresa mal, porque siente una gran inseguridad. En los niños pequeños, una de las principales causas de ansiedad es el ambiente familiar en el que viven. Y se genera lo que llamamos un apagón emocional, que es inconsciente. Esos niños no tienen la energía que les llevaría a afrontar la vida con los ojos bien abiertos. Si el niño llega al colegio apagado, el profesor haría mal en pensar que simplemente es tonto. Debería pensar qué puede haber detrás. Hay muchos síndromes sutiles que, convenientemente analizados, nos permiten ver que un niño necesita la ayuda del maestro, pero el niño no debe recibir el mensaje automático de que lo está haciendo mal, porque así le provocamos el apagón emocional.

En los jóvenes, y no tan jóvenes, se observa una hiperemocionalidad, una impulsividad, un déficit de equilibrio emocionalidad-racionalidad que a menudo les provoca problemas, cuando no sufrimiento.

Tal como uso el término, emocionalidad no es necesariamente impulsividad. Partamos del diseño del cerebro: lo que uno ve no entra directamente en su sistema cognitivo, sino que es filtrado, como por un colador, por el sistema límbico, que le da un color o un valor emocional. Eso quiere decir que todo lo que hay en el mundo tiene para uno un componente emocionalun significado especial. Así que, a nivel neurofisiológico, no identifiquemos emocionalidad solo con impulsividad o incluso hiperactividad.

En las aulas hay chicos diagnosticados o diagnosticables como hiperactivos.

Sí, son chicos que pueden ser tan inteligentes como los demás, o a veces más, pero no aprenden bien porque no pueden mantener el foco atencional las 60 o 250 milésimas de segundo que se necesitan para grabar bien los contenidos. Cambian su foco atencional aún más rápidamente.

Afirmas que se pueden hacer intervenciones tempranas con ellos. ¿En qué consisten?

Son intervenciones que se basan en entrenamientos conductuales para captar su atención. Son juegos mediante los cuales consiguen mejorar bastante sus capacidades ejecutivas, aunque probablemente sigan dando algo de guerra en la clase. Algunos de ellos los he descrito y acompañado de su bibliografia en el libro Neuroeducación.

Hablas del tiempo atencional, un concepto esencial que todos los profesores sufren en sus clases, pero no suelen gestionar adecuadamente, si es que le dan la importancia que merece.

Hay un gran desfase en este tema. Hay estudios serios que demuestran que ni siquiera una persona adulta, motivada y emocionalmente muy equilibrada, puede mantener la atención más allá de los 45 minutos.

En los chicos, como mucho, la mitad…

La mitad, e interrumpidamente.

O sea que la unidad-clase habría que reestructurarla.

Efectivamente, habría que cambiarla, aunque lo cierto es que no se han hecho estudios rigurosos sobre este asunto.

¿Podemos equiparar la memoria operativa(working memory) a la inteligencia en términos funcionales?

Yo diría que sí. La memoria operativa es la capacidad ejecutiva.

A menudo observamos cómo algunos chicos entienden tres o cuatro datos o ideas, pero no son capaces de recuperarlos a los pocos segundos.

Realmente no sabemos por qué unas personas son capaces de almacenar esos datos y otras no. Estas últimas necesitan tiempo y, sobre todo, repetición. Sabemos que esto reside en el hipocampo, pero no conocemos bien los mecanismos, aunque sabemos que la capacidad de almacenaje y de recuperación disminuye con la edad.

Francisco Mora en el laboratorio 2

Sostienes que un buen entorno de aprendizaje previo al colegio, hablándole al niño, jugando, interaccionando, contándole historias… le facilita luego la educación formal.

Sin duda. En el niño de pocos años se forman millones de sinapsis cada día, pero eso no debe hacernos creer que si le empapamos de música clásica luego será naturalmente músico. Eso no funciona de una manera tan mecánica. Lo que sí debemos hacer es dejar que el niño juegue. No olvidemos que el juego es el disfraz del aprendizaje. Cuando un niño juega no está perdiendo el tiempo, está aprendiendo. Pensemos en un niño que tira el juguete, gatea y lo vuelve a coger, para volverlo a tirar. No está perdiendo el tiempo, está grabandopreprogramas motores en diferentes áreas del cerebro que le servirán para toda la vida. ¿Cómo si no podría yo coger esta taza de té con total precisión y casi sin mirarla? Pues, gracias a los juegos de cuando tenía dos años y tiraba los juguetes para volver a cogerlos, entrené esos circuitos motores, los grabé en mi cerebro y ahora los utilizo constantemente. A estas edades, lo más eficaz es jugar. Es esencial.

O sea, que el juego es la invención del aprendizaje placentero.

Yo diría también que, en el fondo, el conocimiento es como el juego. Nos trae algo nuevo que nos ha llamado la atención y ha satisfecho nuestra curiosidad. El conocimiento es el juego de los adultos. Algo tan primitivo como el placer es lo que nos empuja a conocer. Y a eso que se conoce como la “curiosidad sagrada”, el máximo de la curiosidad, que es la investigación científica.

¿Y los exámenes, qué papel deben jugar en este proceso?

Lo exámenes son lo que permite expresar lo que ha estado bien o mal aprendido y memorizado. Centrarse en los exámenes es utilizar un poco el cerebro como un computador. Pero el mecanismo de memorización a largo plazo es el que es: el hipocampo graba bien lo que tiene un colorido emocional, un significado especial. ¿Qué memorizamos mejor? Aquello que tiene un significado para nosotros. Y eso hay que saber aprovecharlo. Ah, y dormir muy bien. Yo siempre les digo a mis alumnos que, ante un examen,repasen en la cama la noche anterior los temas centrales, subrayados, del examen. Y luego, a dormir. El resto de la consolidación lo hará el sueño por ti. Y el examen saldrá mejor, seguro.

Por otra parte, la memorización no significativa es poco duradera.

Sin duda. Pero tampoco supongamos que todo lo que se estudia para un examen es memorizado de forma aséptica y sin significado. Cuando se ha preparado con tiempo, hay vínculos emocionales, entre los que están el significado personal, el profesor y algo muy importante, intrínseco al hecho de aprender: el error. La repetición y la rectificación hacen posible un buen aprendizaje. A menudo, un proceso más lento y con errores facilita el engranaje necesario para aprender mejor.

¿Quieres decir que deberíamos dejar que los chicos se equivocaran más?

Sin duda. En procesos bien elegidos y controlados. El error es importantísimo para aprender. Es más, no hay buen aprendizaje sinbuenos errores. Y por eso se dice también (para los profesores) que enseñar es fuente de doble aprendizaje, porque en ese proceso reconoces los múltiples errores que creías superados... erróneamente.

Me inquieta el tema de las ventanas plásticas, los plazos temporales en que se generan los circuitos cerebrales básicos para las capacidades. Sospecho que llegamos tarde para favorecer a nuestros hijos. El lenguaje, la atención ejecutiva, la memoria, el aprendizaje de varios idiomas... cosas así, tendemos a creer que son para más adelante y, en realidad, ya tienen listos los soportes a una edad muy temprana, lo que quizá nos pille distraídos.

El problema es que, aunque conocemos ventanas plásticas muy claras, seguimos desconociendo muchos aspectos del tema. Pero es fácil hacerse una idea general de su importancia: un niño normal que, durante sus siete primeros años de vida, no oyera hablar jamás a un semejante, nunca podría aprender a hablar. Su ventana plástica del lenguaje se habría cerrado para siempre. Se han estudiado casos sorprendentes de ventanas plásticas en animales. Algunas ventanas plásticas, por ejemplo en el cerebro de las lechuzas y para la formación de un conjunto determinado de sinapsis, duran apenas minutos. La del lenguaje en el ser humano, ya lo hemos comentado, años. La gran conclusión es que el cerebro no es uncontinuum, sino que durante su desarrollo tiene etapas, plazos. Hay tiempos y momentos en los que el ser humano adquiere mejor determinadas capacidades que en otros. Recomendaría sobre este tema echarle una mirada a mi libro El reloj de la sabiduría.

El reloj de la sabiduría, de Francisco Mora

Por ejemplo, a los jóvenes les hablamos como si ya fueran plenamente adultos en cuanto a sentido moral, cuando realmente su estructura prefrontal, la del sentido moral, no culmina hasta los 26 o 27 años.

Efectivamente, y, de hecho, la judicatura norteamericana ya ha empezado a tener en cuenta estos hallazgos neurológicos en su consideración para los delitos de los adolescentes. Es una de las aplicaciones prácticas de lo que llamamos neurocultura.

Propones una figura educativa: la del neuroeducador. Vaticino que muchos profesores reaccionarán diciendo: “Ya estamos con otro pseudopsicólogo de despacho que nos quiere decir desde fuera del aula cómo se hacen las cosas”.

Maticemos. La idea del neuroeducador la he concebido en principio para los colegios, es decir, en centros con alumnos de edades tempranas. Y sería interesante que fueran originariamente maestros especializados. Colegas que no tienen delante a los alumnos, al menos de forma permanente, pero ayudan de forma muy específica a sus compañeros que sí los tienen.

La respuesta será: “Eso ya lo hacen los pedagogos o los psicólogos”.

Claro, pero generalmente sin conocimientos neurológicos. Aquí nos tropezamos con la dificultad de comunicación entre el científico y el maestro. Eso se resuelve cuando el que ayuda al maestro es otro maestro, pero con formación neurológica. No se trata de que el neuroeducador trate al niño, sino de que ayude al maestro y a los padres a llevarlo de la mejor manera posible. Es el experto que dirá a los padres que su hijo debe ser tratado por el neurólogo o por el psicólogo, por este o aquel problema, algo que no se resuelve riñendo al niño. No hablo de casos extremos, que cualquiera detecta fácilmente, sino de otros más sutiles, que ahora apenas se detectan o solo se sospechan, pero sin ir más allá. Se podría ayudar a una buena cantidad de niños.

También sería una especie de divulgador riguroso entre los maestros.

Desde luego, porque no te puedes imaginar la cantidad de mala información, o sea desinformación neurológica, que llega a los colegios. Existen bastantes neuromitos. Hay que tener precauciones con ellos. Uno de los más frecuentes y comunes es ese de que solo usamos el 10% del cerebro. ¡Como si el resto del cerebro estuviera de vacaciones! Es una gran mentira. Utilizamos todos los circuitos cerebrales necesarios para cada función específica en cada momento. Que nadie piense que estamos rodeados de genios dormidos que, en cuanto pongan en marcha todo su cerebro, se convertirán en Einstein.

Tengo la impresión de que, cuando se difunden ideas que incluyen algún dato matemático, como pasa con ese 10%, hay grandes posibilidades de que la idea se disemine erróneamente. Creo que la mayoría de la gente hace poco esfuerzo por captar y respetar la realidad matemática del mundo, ¿no?

Es cierto, y eso me recuerda algo que lamento mucho. Qué lástima que a los profesores de matemáticas no les ayudemos a entender el concepto de emocionalidad como algo básico para que el niño aprenda matemáticas. Y algo parecido con los de ciencias: vienen con una preconcepción que apaga emocionalmente a muchos alumnos.

Sobre todo porque las matemáticas son fascinantes cuando tienes un buen profesor que te estimula.

Esa es la clave. Y es tan difícil de encontrar… Tenemos que romper esa tendencia de nuestros jóvenes a rechazar las ciencias. Tenemos que romperla… Fíjate: en nuestro país solo tenemos un premio Nobel científico: Santiago Ramón y Cajal, en 1906. Y déjame aclarar que Severo Ochoa es un Nobel americano, construido en la cultura científica americana y con las facilidades científicas de aquel país. Por eso considero que Ochoa no es un Nobel español. Cajal alcanzó la cima porque lo permitió el estado de la ciencia del cerebro y los útiles necesarios para desarrollar su labor, además, por supuesto, como en el caso de Ochoa, de los enormes talentos y tantos ingredientes poderosos en esas personas. Cajal se hizo Nobel aquí porque era un momento rudimentario de la ciencia y fue capaz de ser autosuficiente en su labor científica. Luego después, hasta su discípulo Rafael Lorente de No se tuvo que ir a Estados Unidos.


domingo, 9 de marzo de 2014

¿Eres Creativo? Quizás no tienes la necesidad "Todo comenzó con mi esposa".....

Dentro de las múltiples lecturas me encontré con esta digna de ejemplo en la que se puede ver de que forma sin recursos , contra la marea y la familia, incluso contra la sociedad se puede salir adelante y lograr un negocio próspero.
Un relato que deja muchas enseñanzas , más allá del producto del cual se habla.

 Soñar es el primer paso de un objetivo. 

"Todo empezó con mi esposa", le cuenta a la BBC, en su natal India.

En 1998 se acababa de casar y su mundo giraba en torno a su esposa, Shanthi, y su madre viuda. Un día vio que Shanthi estaba escondiendo algo y cuando se enteró de qué era le aterró: "trapos asquerosos" que usaba durante la menstruación.

Cuando le preguntó por qué no usaba toallas sanitarias, Shanthi le señaló que si las usaran las mujeres de la familia, no quedaría dinero para comprar leche.

Para impresionar a su joven esposa, Muruganantham fue al centro a comprarle toallas sanitarias. Las pesó en sus manos y se preguntó por qué 10 gramos de algodón, que en ese entonces costaban 10 paise (US$0,001), se vendía en 4 rupias (US$0,07): 40 veces más.

Decidió que él las podía hacer más baratas.

El tamaño del problema

Cuando Muruganantham investigó un poco más, descubrió que casi ninguna de las mujeres en los pueblos cercanos usaban toallas sanitarias: menos de una de cada 10. Esto fue confirmado por una encuesta de 2011 de AC Nielsen comisionada por el gobierno indio que encontró que sólo el 12% de las indias usan toallas sanitarias.



Foto: BBCMundo.com 
Según Muruganantham, en las regiones rurales es aún menos que eso.

Se horrorizó además al enterarse de que las mujeres no sólo usaban trapos viejos sino también otras sustancias antihigiénicas como arena, aserrín, hojas y hasta ceniza.

Y las que usan trapos, no los secaban al sol, pues les daba vergüenza, lo que significaba que no se desinfectaban.

Aproximadamente el 70% de las enfermedades reproductivas en India son causadas por falta de higiene menstrual, que puede también afectar la mortalidad materna.

El hombre con la toalla sanitaria

Primero hizo una toalla sanitaria de algodón y se la dio a Shanthi, esperando que le dijera qué tan bien funcionaba inmediatamente. Ella le contestó que iba a tener que esperar un rato: sólo entonces se enteró de que el período de las mujeres era mensual.


Foto: BBCMundo.com
"¡No puedo esperar un mes cada vez... me voy a demorar décadas!", exclamó y se dio cuenta de que necesitaría voluntarias.

Sin embargo, encontrarlas no era fácil. Sus hermanas se negaron, así que se le ocurrió recurrir a las estudiantes de medicina de la escuela local.

"Pero ¿cómo iba a abordarlas un obrero? ¡Ni siquiera los universitarios se atrevían!".

No obstante, logró convencer a 20 estudiantes de que probaran sus toallas, aunque tampoco funcionó: el día que fue a recoger sus formularios con comentarios encontró a tres de las chicas rellenándolos a última hora, lo que le demostró que los resultados no serían confiables.

Decidió que iba a tener que poner a prueba sus productos personalmente: "me convertí en el hombre que usaba toallas sanitarias".

Un loco con útero

Creó un "útero" con la vejiga de una pelota de fútbol a la que le hizo dos huecos.


Foto: BBCMundo.com
Un amigo carnicero tocaba el timbre de la bicicleta afuera de su casa cada vez que iba a matar una cabra para que Muruganantham fuera a recoger la sangre.

Luego le echaba un aditivo, que le daba otro amigo que trabajaba en un banco de sangre, para impedir que se coagulara demasiado pronto.

Pero nada de ello ocultaba el olor.

Caminaba, montaba bicicleta y corría con la vejiga de fútbol debajo de su ropa tradicional, bombeando constantemente sangre para poner a prueba la capacidad de absorción de sus toallas.

Todo el mundo pensó que se había vuelto loco.

Perderlo todo

Solía lavar su ropa manchada de sangre en un pozo público, por lo que el pueblo entero concluyó que sufría de una enfermedad sexual.

Los amigos cruzaban la calle para no toparse con él.

"Me consideraban pervertido", recuerda.

Su esposa se cansó y se fue. "¡Dios tiene sentido del humor: empecé mi investigación por mi mujer y 18 meses después me dejó!", dice.

En vez de darse por vencido, tuvo otra idea: estudiaría toallas sanitarias usadas, pues seguramente revelarían todos los secretos.

Problemático, en una comunidad tan supersticiosa. "Hasta pedir una hebra de cabello de una mujer hace que sospeche que van a usar magia negra para cautivarla", explica Muruganantham.

Le entregó sus toallas a su grupo de estudiantes de medicina y las recogió después.

Las puso en el patio de atrás de su casa para estudiarlas pero su madre las vio y esa fue la gota que derramó la copa: lloró, envolvió sus pertenencias en su sari y se fue.

"Fue todo un problema: tuve que empezar a cocinarme la comida".

Lo peor estaba por venir.

Los aldeanos se convencieron de que Muruganantham estaba poseído por espíritus malvados y se dispusieron a encadenarlo de cabeza a un árbol para que un brujo lo sanara.

Sólo logró salvarse prometiendo que se iría del pueblo.

"Me quedé solo en la vida".

Sin embargo, continuó.

Misterio resuelto

El misterio más grande para él era de qué estaban hechas las toallas sanitarias buenas.


Había mandado algunas a un laboratorio para que las analizaran, y los resultados decían que era algodón. Pero sus propias creaciones de algodón no funcionaban.

Las que sabían eran las compañías multinacionales pero ¿cómo preguntarles?

"Es como tocar la puerta en Coca Cola y preguntarles cómo la hacen".

Muruganantham le escribió a las grandes firmas manufactureras con la ayuda de un profesor universitario a quien le pagó limpiándole la casa.

Además se gastó US$100 que no tenía en llamadas de teléfono, pero no sabía suficiente inglés. "Cuando me contestaban, me preguntaban qué tipo de planta tenía y no les entendía qué querían decir", recuerda.

Al final se le ocurrió decir que era dueño de un telar, que estaba pensando meterse al negocio y que quería unas muestras.

Unas semanas después, llegaron unos misteriosos tablones duros: celulosa, hecha de la corteza de un árbol.

Le había tomado dos años y tres meses descubrir de qué estaban hechas las toallas sanitarias, pero había un inconveniente: la máquina que se requería para moler este material para convertirlo en toallas sanitarias costaba varios miles de dólares.

Iba a tener que diseñar otra.

Del ostracismo a la fama

Cuatro y medio años más tarde logró crear un método barato para la producción de toallas sanitarias.


El proceso involucra cuatro pasos sencillos.

Primero, una máquina similar a un triturador de cocina torna la dura celulosa en un material esponjoso que, con otra máquina, se moldea en forma rectangular.

Esos rectángulos se envuelven en tela no tejida y se desinfecta en una unidad de tratamiento ultravioleta.

Todo el proceso se puede aprender en una hora.

La meta de Muruganantham era era crear una tecnología amigable.

La misión no era sólo expandir el uso de toallas sanitarias sino también crear empleo para las mujeres de las regiones rurales.

Mujeres como su madre, quien cuando su padre murió en un accidente tuvo que vender todo lo que tenía y trabajar como labradora. Pero su salario de US$1 al día no era suficiente para mantener a cuatro hijos. Fue por eso que, a los 14 años de edad, Muruganantham tuvo que abandonar sus estudios y empezar a trabajar.

Las máquinas son deliberadamente simples y esqueléticas, para que las mismas mujeres las puedan mantener. El primer modelo era casi todo de madera y cuando se lo mostró a los científicos del Instituto Indio de Tecnología (IIT), en Madras, no se mostraron muy entusiasmados: ¿cómo iba ese hombre a competir con las multinacionales?

Sin embargo, la intención de Muruganantham no era competir. "Estamos creando un nuevo mercado".

Sin que él lo supiera, el IIT postuló su máquina en una competencia por el premio nacional de innovación, y ganó. El presidente de India, Pratibha Patil, le entregó el premio. De repente, se volvió famoso.

"Gloria instantánea: los medios fotografiándome y todo", dice. "La ironía es que, después de 5 años y medio, recibí una llamada y una voz ronca me dijo: ¿te acuerdas de mí?".

Volvió el amor

Era su esposa, Shanthi. No le sorprendió el éxito de su esposo.

"Todo el tiempo encuentra cosas nuevas y quiere saber todo sobre ellas. Y luego quiere hacer algo al respecto que nadie ha hecho antes", dice.

No obstante, no es fácil vivir con tal ambición. No sólo le escandalizó el interés de su esposo en ese tema sino que él le dedicaba todo el tiempo y dinero, en una época en la que tenían apenas suficiente para comer bien. Y luego vinieron los chismes.

"Lo más difícil fue cuando los aldeanos empezaron a hablar y a tratarnos muy mal", le confiesa a la BBC. "Hubo rumores de que él tenía relaciones con otras mujeres y que por eso hacía esas cosas". Por eso decidió irse a la casa de su madre.

Eventualmente también la mamá de Muruganantham y el resto de los aldeanos, que lo habían condenado, criticado y aislado, volvieron.

Mariposas

Muruganantham parecía destinado a la fama y fortuna, pero no está interesado en enriquecerse.


Foto: BBCMundo.com
"Imagínese, tengo la patente de la única máquina en el mundo para hacer toallas sanitarias baratas. Cualquier persona con un master inmediatamente acumularía el máximo de ganancias. Pero yo no quiero. ¿Por qué? Porque desde que era niño aprendí que ningún ser humano se muere de pobreza, todo pasa por ignorancia".

En su opinión, los grandes negocios son parásitos, como un mosquito, y él prefiere un toque más ligero, como el de una mariposa. "Una mariposa puede chupar miel de una flor sin perjudicarla", aclara.

En India, como en otras partes del mundo, persisten muchos tabúes respecto a la menstruación. Las mujeres no pueden visitar templos o lugares públicos, no pueden cocinar ni tocar el suministro del agua. Esencialmente, son consideradas intocables.

A Muruganantham le tomó 18 meses fabricar 250 máquinas que llevó a los estados más pobres y poco desarrollados en el norte India, los llamados BIMARU o "estados enfermos" de Bihar, Madhya Pradesh, Rajastán y Uttar Pradesh.

Allá a menudo las mujeres tienen que caminar kilómetros para traer agua, algo que no pueden hacer si están menstruando, así que las familias sufren.

"Mi conciencia interna me decía que tenía éxito en Bihar, que es muy difícil, lo tendría en cualquier otro lado", señala Muruganantham.

Fue difícil incluso hablar del tema en una sociedad tan conservadora. "Para hablarle a las mujeres en las zonas rurales se necesita permiso del esposo o del padre y sólo les podemos hablar si estamos detrás de una cobija", explica.

También hay mitos y temores sobre el uso de toallas sanitarias: que las mujeres que las usan se enceguecen o que nunca se casan.

Pero poco a poco, aldea tras aldea, empezaron a aceptarlas y con el pasar del tiempo las máquinas han entrado en 1.300 aldeas en 23 estados.

En cada caso, son mujeres las que producen las toallas sanitarias y se las venden directamente a las clientas. Las tiendas generalmente son atendidas por hombres, lo que intimida a las mujeres.

Otro beneficio es que al comprárselas a mujeres que conocen, reciben información importante sobre cómo usarlas.

Y a veces ni siquiera necesitan dinero, pues muchas vendedoras las canjean por cebollas y papas.

Por y para las mujeres

La mayoría de las clientas de Muruganantham son ONGs y grupos de autoayuda de mujeres.

Una máquina manual cuesta unos US$1.200, las semiautomáticas, más. Cada máquina convierte a 3.000 mujeres en usuarias de toallas sanitarias y le da empleo a 10. Ellas pueden producir entre 200 y 250 toallas al día que se venden por unos 4 centavos de dólar.

Las mujeres escogen su propia marca para sus productos, así que no hay una marca generalizada. Es "por y para las mujeres".

Muruganantham también trabaja con colegios pues el 23% de las niñas abandonan sus estudios cuando empiezan a menstruar. Ahora hay estudiantes que hacen sus propias toallas sanitarias. "¿Por qué esperar hasta que sean mujeres? ¿Por qué no empoderar a las niñas?".

El gobierno indio recientemente anunció que distribuirá productos sanitarios subsidiados para las mujeres más pobres. El golpe para Muruganantham fue que no escogió trabajar con él, pero ahora su mira está más allá.

"Mi meta era crear un millón de trabajos para las mujeres pobres pero, ¿por qué no 10 millones en todo el mundo?". Su proyecto se está expandiendo a 106 países en todo el mundo.

"Las recomendaciones de boca en boca son las que han asegurado nuestro éxito, pues es un problema que todos los países en desarrollo enfrentan".

Lo mejor

Muruganantham vive hoy en día con su familia en un apartamento moderno, tiene un jeep, "que me lleva a las montañas, selvas y bosques", y "no he acumulado dinero pero sí mucha felicidad".

Shanthi y Muruganantham son ahora una unidad estrecha.

Alguna vez le preguntaron si recibir el premio de las manos del presidente de India fue el momento más feliz de su vida. Respondió que no: su mejor momento llegó después de instalar una máquina en una aldea remota en Uttarakhand, en la ladera del Himalaya, donde por muchas generaciones nadie ha ganado lo suficiente para mandar a sus hijos a la escuela.

Un año después, recibió una llamada de una mujer de esa aldea quien le contó que su hija había empezado a ir al colegio.

"Lo que no pudo hacer Nehru, lo logró una máquina", dijo.

Saca tus conclusiones y réplica lo que puedas adaptándolas a tu realidad.
Buen día .